Uno no sabe en
realidad las cosas que puede encontrar por internet. Navegando sin prisa
encontré para grata sorpresa mía una nota sobre una reciente antología de
poesía alemana traducida al castellano: El
fin de la afirmación, antología de la novísima poesía alemana, recopilación
efectuada por Timo Berger y Carla Imbrogno y editada por 27 pulqui, una nueva microeditorial trasandina. Este libro fue
presentado en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, hace algunas semanas
atrás. Es producto del trabajo del Taller de Traducción que viene realizando
Timo Berger desde 2014 y que ciertamente es una labor interesante para atisbar
algunas voces de lo que se está escribiendo en la lengua de Goethe. Mientras me
agencio tal libro, comparto con los lectores de este alicaído blog, algunos
poemas de estos jóvenes poetas alemanes.
Katharin Schultens (Kirchen, Sieg, 1980) Versión: Cynthia
Erica Quirós
hidden liquidity
en principio
esta mesa está abierta a infinitas posibilidades
y siempre se
filtra por las grietas un fluido
cuando algo no
está (o no del todo) sellado. quizás
se acumula sin
querer hasta que se diluye
como soledad: su
carácter es gotear.
en qué momento
exacto comerciar se vuelve líquido. ¿tengo que comerciar
para ser
líquida? ¿son ser líquida y el comercio
lo que me
sostienen?: un detalle. es –por regla– solo un
detalle el que
nos separa. suspenso ineludible:
decir que necesito
algo. tengo que tener: es única mirada sobre mis
botas. curva.
temblar. delirio. nuestro ojo tiene
que palpar cuero
imaginario sobre lo que después fijamos
lo que deseamos.
importante: nunca sepas el precio
si sabés el
precio se pierde la tensión. vos también jugás.
vos también
gastás. vos apostás como si en esa mesa.
(estoy sentada
debajo: te alcanzo las pieles de conejo)
tampoco
conocemos nuestro volumen. eso se determina
al final. en qué
moneda, da lo mismo. mientras uno cuente
Max Czollek
(Berlín, 1987) Versión: Nicolás Cortegoso Vissio
Puente sobre el drina
durante un pase
se ha
hecho otoño
en visegrad
las casas lucen
orificios de
bala como pecas
campos de cruces
curtidas
a la vera de las
calles
recogé la
siembra
quien ha quedado
solo
envasa el
recuerdo
en frascos al
vacío sella
con cera y
alambre
en los árboles
las granadas
luminosos puños
de niño
Lidia Daher
(Berlín, 1980) Versión: Mario Caimi
Otra vez los días se van haciendo más cortos
Así como el
silencio, más largo, aunque no más bello.
Como si, poco a
poco, algo se hubiera terminado.
Algo que no se
le puede pedir al vecino.
Falta algo
importante, y falta que uno se atreva a hacer ruido.
Incluso con
otras palabras esto no sería una canción que
alguien cantara
para ti y contra su propio silencio.
Qué se podría
decir del polvo sobre los párpados
del despilfarro
de la nada, de las costas de la luz
sobre los techos
oscuros. Sentados debajo,
preguntamos a
las tejas por sus junturas y las tormenta
y la quietud que
viene después. Por lo que
está en el aire.
Tenemos que aprender este asunto
de estar solos.
Como se aprende del sol, o
la lluvia,
cuando la luz se refracta en las gotas como
una esperanza,
balas alas de los gallos de las veletas