I
Conjuro
es la Palabra
que
adviene desde toda eternidad;
la
tormenta en su escritura
que
provoca asfixia de purísimo silencio.
II
Estos
días crispados por oficio
son
cruce de palomas,
cuerpo
echado de repente
contra
el cielo hermoso,
ventana
de otra sangre.
A
veces imagen de la espuma.
III
Ahora
que esta luz está conmigo
¿dónde
perder el rostro
cuando
el indicio de las aves
señala
alumbramiento?
Mordedura
es el signo
entre
muertes y diluvio;
lo
que apostamos en el juego:
lozanía;
augurio de un nombre
que
no podemos pronunciar.
IV
Alumbramiento;
pétalo
secreto
elevado
en vaivén celeste.
La
ráfaga de vientre y muslos
transmutada
por delirio
donde
se dice la mirada.
V
La
Palabra es liturgia
que
nos bendice en su naufragio.
Hueso
de la llama,
su
caída es mi caída
o
la tuya siempre frágil.
Sol
que en derrumbe agita
mis
dedos como olas,
grieta
que aventura
una
catástrofe sagrada.
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