miércoles, 1 de junio de 2016

En la lengua de Goethe

Uno no sabe en realidad las cosas que puede encontrar por internet. Navegando sin prisa encontré para grata sorpresa mía una nota sobre una reciente antología de poesía alemana traducida al castellano: El fin de la afirmación, antología de la novísima poesía alemana, recopilación efectuada por Timo Berger y Carla Imbrogno y editada por 27 pulqui, una nueva microeditorial trasandina. Este libro fue presentado en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, hace algunas semanas atrás. Es producto del trabajo del Taller de Traducción que viene realizando Timo Berger desde 2014 y que ciertamente es una labor interesante para atisbar algunas voces de lo que se está escribiendo en la lengua de Goethe. Mientras me agencio tal libro, comparto con los lectores de este alicaído blog, algunos poemas de estos jóvenes poetas alemanes.  



Katharin Schultens (Kirchen, Sieg, 1980) Versión: Cynthia Erica Quirós

hidden liquidity
en principio esta mesa está abierta a infinitas posibilidades
y siempre se filtra por las grietas un fluido
cuando algo no está (o no del todo) sellado. quizás
se acumula sin querer hasta que se diluye
como soledad: su carácter es gotear.
en qué momento exacto comerciar se vuelve líquido. ¿tengo que comerciar
para ser líquida? ¿son ser líquida y el comercio
lo que me sostienen?: un detalle. es –por regla– solo un
detalle el que nos separa. suspenso ineludible:
decir que necesito algo. tengo que tener: es única mirada sobre mis
botas. curva. temblar. delirio. nuestro ojo tiene
que palpar cuero imaginario sobre lo que después fijamos
lo que deseamos. importante: nunca sepas el precio
si sabés el precio se pierde la tensión. vos también jugás.
vos también gastás. vos apostás como si en esa mesa.
(estoy sentada debajo: te alcanzo las pieles de conejo)
tampoco conocemos nuestro volumen. eso se determina
al final. en qué moneda, da lo mismo. mientras uno cuente


Max Czollek (Berlín, 1987) Versión: Nicolás Cortegoso Vissio

Puente sobre el drina
durante un pase se ha
hecho otoño
en visegrad
las casas lucen
orificios de bala como pecas
campos de cruces curtidas
a la vera de las calles

recogé la siembra
quien ha quedado solo
envasa el recuerdo
en frascos al vacío sella
con cera y alambre
en los árboles las granadas
luminosos puños de niño


Lidia Daher (Berlín, 1980) Versión: Mario Caimi

Otra vez los días se van haciendo más cortos

Así como el silencio, más largo, aunque no más bello.
Como si, poco a poco, algo se hubiera terminado.
Algo que no se le puede pedir al vecino.

Falta algo importante, y falta que uno se atreva a hacer ruido.
Incluso con otras palabras esto no sería una canción que
alguien cantara para ti y contra su propio silencio.

Qué se podría decir del polvo sobre los párpados
del despilfarro de la nada, de las costas de la luz
sobre los techos oscuros. Sentados debajo,

preguntamos a las tejas por sus junturas y las tormenta
y la quietud que viene después. Por lo que
está en el aire. Tenemos que aprender este asunto

de estar solos. Como se aprende del sol, o
la lluvia, cuando la luz se refracta en las gotas como

una esperanza, balas alas de los gallos de las veletas