sábado, 24 de agosto de 2013

Sobre crítica literaria chilena actual: algunas observaciones

A pesar que la crítica literaria chilena se articuló durante el siglo XX como una discursividad de una pluralidad paulatina (1), la sociabilidad literaria adscrita a ella siempre fue proclive a erigir efigies casi absolutas del homme de lettres como verdadero árbitro del gusto y la creatividad. Esto no sólo puede ser atribuido –y con razón- a las condiciones socio-culturales de una elite hegemónica que desde los medios de prensa a ella vinculados –vgr los diarios La Nación y El Mercurio- posibilitaba tal gesto de absolutización, sino también por un fenómeno extremadamente arraigado en el imaginario literario chileno en lo que respecta a una más que virtual totemización de una idea de “poeta único”, en tanto vate o profeta de un pueblo, una sociedad o una raza. El caso paradigmático de Pablo Neruda y, en cierto sentido de modo algo más contemporáneo, el de Nicanor Parra, delatan la figura de un poeta todo poderoso, poseedor de una prestancia imaginativa, verbal y política capaz de entender e interpretar lo histórico no tanto como sucesión de acontecimientos datables en una cronología de hechos, sino más bien como una vasta comprensión metafísica del sentido de la historia en tanto se asumiese como un destino. El vigoroso mesianismo poético –que pasa desde Pablo Neruda y en algún sentido hasta Pablo de Rokha y que se actualiza en la hora presente en Raúl Zurita- ha tenido su correlato un tanto más templado, pero no menos decidor al articularse como “opinión bien fundada” en el sector más tradicionalista de la crítica literaria chilena que va desde Omer Emeth, pasando por Alone (pseudónimo de Hernán Díaz Arrieta) hasta llegar a la figura de Ignacio Valente (pseudónimo de José Miguel Ibáñez). A la figura del “poeta único” corresponde la efigie del “crítico único”(2). Y eso sin que creamos o constatemos la inexistencia de muchos otros poetas y escritores y de multitud de críticos en una diversidad de medios que, hasta 1973 al menos, develaban una pluralidad altamente constante y pujante de la escena crítica en Chile.
Porque, ciertamente, cuando me refiero a la existencia de un poeta y críticos únicos, no me estoy refiriendo a una sola presencia real o concreta de un solo individuo que monopoliza la opinión o la creatividad –aunque en los años más álgidos de la Dictadura, en la década de los 70, pudiera entenderse eso, sobre todo por la censura, el exilio y el autoexilio que propició que buena parte del mundo literario chileno quedara subsumido en lo que se ha denominado como “apagón cultural” y frente al cual el ejercicio crítico se vio drásticamente reducido, al menos en los medios de prensa más convencionales y masivos-. No, me refiero más bien sobre todo a partir de 2000, a una especie de actitud “absoluta”, a una actitud “total” y de sesgo autoritario que implica entender el discurso crítico y, aún más, el literario, como la articulación de grandes monólogos de carácter endogámico que no salen de su propio autismo y que se atribuyen su legitimidad en tanto discursos “verdaderos”, “ciertos” o “agudos”. Pluralidad, sí, efectivamente, pero de grandes monólogos que más que propiciar un intercambio de opiniones para dar cuenta de un discurso público, contrastante y complementario respecto del fenómeno literario, han propiciado una especie de opinión única dilatada en voces disímiles y a veces sordas entre ellas mismas. La paradoja  es que desde fines de la Dictadura y agregados a los problemas estructurales respecto a la posibilidad de inventar o construir un espacio propicio para la emergencia del discurso crítico, éste se ha engalanado, salvo contadas excepciones, en una verdadera pasión, fría e indolente, por excluir el debate, la toma de posición y la discusión informada, responsable y aquilatada (3).
Es de suponer que tanto en la crítica literaria de medios como en la efectuada en el ámbito académico es rastreable, salvo excepciones, un riesgo de anquilosamiento que se brinda entre los compromisos de marketing de la crítica vinculada a soportes tradicionales, como pueden ser los de la prensa escrita, como en la escritura académica que mostraría un “rapto” hacia la privacidad del conocimiento en pos de articularse en un circuito restringido de especialistas –la idea supersticiosa de la “comunidad científica”- que se rigen bajo parámetros ISI. Frente a este estado de cosas que grosso modo acontece en los medios tradicionales, ya de prensa o universitarios, es posible visualizar de manera creciente la emergencia de la crítica literaria en diversos medios digitales que, desde 2000 en adelante, han ido ampliando, diversificando y renovando el espacio crítico.
En todo caso, no se trata de apoyar o blandir la opinión a favor o en contra de uno u otro formato, pues digamos que entre el tradicional soporte “letrado” y el más actual o contemporáneo soporte “digital” o “cibernético” se modulan guiños cómplices, colaboradores comunes y, a veces, puntos de vista que son fomentados con mayor o menor prestancia por la “autoridad” académica de turno frente a una más que virtual disidencia de parecer u opinión. Por otro lado, soy escéptico respecto del modo en que se plantean las políticas editoriales que la mayoría de tales medios digitales sustentan: su aparición y desaparición en un ritmo a veces muy espasmódico, la construcción de un sujeto crítico móvil que puede ir de medio en medio; la eventual inflación de palabrería un tanto impostada que implica la articulación de un idiolecto pseudocrítico, otorgado por las variantes de una subjetividad empeñada más en “aparecer” o “mostrarse” que en leer críticamente; de lo anterior, la deflación del rigor analítico dada la dispersión de opiniones, etc. No obstante todo lo dicho, me parece que aún no se calibra de manera adecuada el surgimiento de estos medios digitales y, en ellos, el ejercicio de la crítica literaria. Porque a parte de un natural escepticismo que ha de esperarse ante una escena a veces en exceso adocenada por viejas prácticas culturales, lo que me parece interesante de apreciar son un puñado de cosas positivas que no hay que desdeñar en absoluto y que, a la larga, implicarían la modificación del campo literario en un desplazamiento sugestivo de sus parámetros de sentido. Es así que es dable constatar el surgimiento de nuevas voces críticas con un repertorio no sólo de carácter letrado, sino también de impronta visual y aún medial, ampliando la frontera de la percepción crítica más allá de los límites escritos hacia ámbitos de experiencia de cariz semiótico y cultural, cosa que implica, a su vez, una intensificación y hasta una complejización de los puntos de vista desde donde se aborda, enjuicia y valora la literatura. Por otro lado, es posible advertir una apropiación de una serie de obras que se encuentran fuera del circuito formal de los conglomerados editoriales tradicionales, apostando por leer y contextualizar los productos emergentes de un fenómeno no menor en la constitución del campo literario chileno actual y que hace referencia al trabajo de las así llamadas “editoriales independientes”(4) y que poseen, la mayoría, un gesto de autogestión, muy acorde con el encapsulamiento de las políticas nacionales referidas al fomento de la empresa editorial. Es de este modo que muchos de estos nuevos medios digitales que mantienen un staff flotante de críticos variados, se hacen cargo del objeto libro de un modo que lo comprende como parte fundamental de una sensibilidad que se niega a ser subsumida por el mercado y que avala una conciencia disidente y crítica de los postulados neoliberales vigentes.
En buena parte del ejercicio crítico digital es posible hallar una especie de fe en la trascendencia de la obra literaria y su lectura, una defensa de la esfera de lo literario respecto del mercado en donde la función de la crítica sería avalar el valor cultural, la espesura axiológica y política de lo literario, su densidad significante y la pluralidad de formas que adquiere en este nuevo escenario virtual y de nuevos soportes electrónicos. Esto, ante la usurpación mercantil para poder propagar una idea o concepto amplio de lo “literario” e intentar una cercanía con el público. Desde esta perspectiva, el rol de la crítica sería ser rotundamente “literaria” – aún a pesar o más bien en contigüidad con el recurso de lo visual, lo medial y el origen multidisciplinario de varios de sus cultores-, para comentar y difundir obras que merecen una atención detenida o no se hallan inscritas en el circuito más convencional de las editoriales tradicionales. Ciertamente los cultores de la critica literaria digital creen en el abandono de los recursos academicistas ortodoxos y demasiado especializados –tengan éxito o no en esta tarea– y privilegian, en cambio, el formato blog, la página web en sus más diversas conformaciones y maneras, viendo en el recurso digital la potencialidad del diálogo en relación a la obra y su crítica (5).
Revistas digitales de una primera hornada como Plagio (www.plagio.cl);   Crítica (www.critica.cl)  y Letras.s5 (www.letras.s5.com),  creadas a fines de los años 90, vienen a ser la punta de lanza que instaura la nueva manera de sacar provecho de los recursos cibernéticos e Internet, en pos de una idea de literatura que, si bien arraiga en una concepción tradicional, muy pronto se despliega hacia la tarea de comprender, leer y criticar las nuevas manifestaciones de la literatura chilena hacia ámbitos que mezclan lo medial y visual, enriqueciendo la perspectiva crítica de lo que hasta ese instante predominaba en tanto crítica literaria.
Avanzando la década de 2000, es posible advertir el surgimiento de una segunda y fecunda hornada de revistas, blogs y sitios entre los cuales destacan Sobrelibros (www.sobrelibros.cl) fundada el 2003, por Mónica Ríos y Carlos Labbé; La Calle Passy 061 (http://lacallepassy061.blogspot.com/) iniciado por Víctor Quezada, Simón Villalobos, Rocío Cano, David Villagrán, Juan Manuel Silva en 2006; Lanzallamas (http://www.lanzallamas.org) fundado en 2006 por Jaime Pinos y Roberto Contreras;    60 watts, (www.60watts.cl) creada el 2009 por Diego Zúñiga, Denisse Valdenegro y Manuel Illanes; Letrasenlinea (www.letrasenlinea.cl) creada en 2010 por Fernando Pérez; Intemperie (http://revistaintemperie.cl/) creada y gestionada desde 2010 por Felipe González, Andrés Olave, Rodrigo Marín y Pablo Torche;  La cabina invisible (http://lacabinainvisible.wordpress.com/) creada en 2010 por Diego Alfaro, Ignacio Rojas, Ignacio Rauld y Macarena Acuña y más recientemente, fundada en 2012, Poesía y crítica (http://poesiaycritica.wordpress.com) gestionada por Manuel Vallejos y Nelson Zúñiga.
En casi todas estas publicaciones digitales es posible apreciar el modo en que la crítica literaria de la postdictadura chilena exacerba su situación de ente separado de las instituciones, y por lo tanto, naturaliza, en cierto sentido, una idea de que la crítica puede ser vista y ejercitada como puerta hacia lo trascendente de lo literario mismo, en donde esa trascendencia implica una comprensión que desea ver o entender lo literario, no como algo desgajado de la realidad y sus fisuras de sentido, sino que en tanto discurso autónomo que proviene de lo real y está frente a éste. En un momento histórico como el actual, marcado por un escepticismo ante toda manifestación cultural que se halle raptada por la razón mercantil y su administración espectacularizada o del entendimiento funcional a/crítico del lenguaje que permea el aprendizaje escolar, la crítica literaria cultivada en los medios digitales se ve como una instancia donde es aún posible meditar sobre la literatura como un espacio libre y aún lúdico en sus manifestaciones de consideración valorativa. Por otro lado, no hay en ella restricciones al ámbito nacional de las obras. De hecho, casi todas las publicaciones digitales mencionadas más arriba incluyen un registro bastante internacional de novelas, ensayos y poemarios, amén de comentar o referirse a obras visuales, teatrales y aún performáticas. A pesar de las aprensiones que uno como lector pudiese manifestar ante este variopinto despliegue de publicaciones digitales, no deja de ser relevante que la crítica ejercida en este tipo de medios desmitifica o socava la idea de que la crítica literaria está escondida en la academia, media temerosa, media elitista y arrinconada o que la que aparece en los medios de prensa tradicionales con su pleitesía ante la marejada del mercado o la rareza de sus manifestaciones, posea el sello distintivo de lo verdadero o cierto en un eventual monopolio simbólico respecto de la evaluación del estado de cosas que vive la literatura chilena actualmente. Ante esto, parece emerger una consideración que obligaría a pensar o repensar las características del espacio público, en tanto espacio asumido como crítico y la reconfiguración que ello implica a la luz del ejercicio crítico digital, ampliándolo hacia la columna de opinión, el ensayo de cariz más analítico y la nota aclaratoria de los diversos procesos culturales, políticos y sociales en que se desenvuelve el país.
Quizás es posible advertir tres modos posibles en el Chile actual, heredero de la Dictadura y de los gobiernos democráticos habidos desde 1990, donde el discurso de la crítica literaria puede apreciarse con sus limitaciones, legados y expectativas: la  crítica académica con sus pretensiones de explicación y constatación rigurosa basada en presupuestos de cariz científico y que corre el riesgo cierto de convertirse en un discurso tautológico hiperespecializado, sin conexión con la opinión pública, sea cual sea el modo en que ésta se reconfigure en el devenir histórico más próximo; la crítica de medios tradicionales, sobre todo de prensa escrita, cada vez más acorralada por la presión de los grandes consorcios periodísticos y sus políticas culturales –o la ausencia de ellas- junto al monopolio de las grandes editoriales, la mayoría transnacionales que obedecen a la normativa neoliberal y la emergente, variada y también cambiante e hiperfragmentada crítica en medios digitales.
Sin duda que esta diversidad puede parecer positiva o deseable a primera vista. Pero soy de los que creen que tal vez, más –o menos- que una diversidad en sí, lo que hay en la descripción de estos modos, muestra el peligro del gueto donde es plausible la fantasía –cercana a lo real y no como mera ficción- del surgimiento de lectores específicos para escrituras específicas, lectores y escrituras diferenciadas entre sí hasta llegar al punto de su mutua ignorancia o indolencia que reproducirían, en su alienación, las prácticas sociales regresivas que el momento actual desea subvertir y hasta desterrar. Con la emergencia de lectores específicos para escrituras críticas específicas se habría consumado, en mi modesta opinión, la derrota de la literatura como discurso utópico. Da para pensar si acaso estaremos como críticos, académicos universitarios, poetas, ensayistas o literatos, proyectando una segregación, ya no sólo social, sino también una eventual segregación referida a la manera de imaginar o entender a esa misma imaginación que el fenómeno literario asume como parte de sí mismo. Ante esto, la convergencia de diversos discursos al interior de la crítica literaria, como a su vez los deseables cruces entre sus variados soportes donde la impronta argumentativa se instale como índice de criterio articulatorio, ayuda  a entender un espacio crítico que se haya, en la actualidad, en pleno proceso de reconfiguración, donde me parece una necesidad perentoria que la crítica literaria en Chile pueda dar cuenta de sí misma y de su objeto siempre problemático: las obras de una literatura siempre cambiante.

Notas

1.- Al respecto vale la pena revisar el ensayo de Bernardo Subercaseaux: “La crítica literaria (entre la democracia y el autoritarismo). Transformaciones de la crítica literaria en Chile 1960-1983” en Historia, literatura y sociedad: ensayos de hermenéutica cultural.
2.- Pienso esta idea de “crítico único” en el sentido en que T.S.Eliot le ha dado al referirse a lo que él llama el “supercrítico”, es decir, el crítico oficial de una revista o periódico que con su juicio monumentaliza una tendencia, obra o ideología en torno a la cual elabora un discurso distintivo. Vid “Criticar al crítico” en Criticar al crítico y otros escritos Ed Alianza Editorial, Madrid, 1967, pp. 9 y sgts.
3.- Refiriéndose a la escena literaria chilena actual, el fallecido poeta Gonzalo Millán (1947-2006) manifestaba ácido en una entrevista: “No hay debate de escuelas, de proyectos teóricos, de crítica. Es como si los poetas se hubieran ido para la casa. El debate ha sido reemplazado por el cahuín (…) Hay un individualismo exacerbado y, sobre todo, mucho exitismo: premios, envidia, chaqueteo. Es un ambiente muy pobre (…) Antes el hecho de discutir tenía un sentido por sí mismo, te ponía en situación, podías exhibirte con tus ideas, hacer polémica (…) Hoy predominan el relativismo, la indiferencia. Se tiende a aplaudir al que no toma partido, al conformista, al tibio, al que no se inmuta por nada”. Pedro Pablo Guerrero, “La mirada lúcida de Millán”, en Revista de Libros de El Mercurio, 22 de octubre de 2006
4.- Esta noción hace referencia a la experiencia editorial de carácter autónomo y autogestionado que una serie de colectivos y agrupaciones literarias asumen de modo transversal en el mundo literario chileno y latinoamericano como un modo de ofrecer una alternativa locuaz al intenso mercadeo de las editoriales transnacionales que, además y salvo muy contadas excepciones, no se interesan en publicar a autores que no se encuentren sancionados por alguna inclinación de carácter comercial. Según la poeta y gestora Gladys González: “(La editorial) independiente es el rechazo a la serialización, a la pasividad de lo vacuo y lo colonizador (le interesa) respetar las generaciones anteriores e incluirlas, (ve) la necesidad de cooperatividad y rescate de las ideas locales y universales en pos de una mejora social. El editor independiente es cabal, pero silencioso, (deja) que las obras brillen y hablen por sí mismas, buscando un nicho intelectual y afectivo que las contenga y haga crecer con otras lecturas y con las contingencias sociales y políticas”. Prólogo a  las actas del Encuentro Chileno de Editoriales Independientes: propósitos y experiencias, Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2012.
5.- Bernaschina, V y Soto, P. “Una educación sentimental literaria: nuevas formas de la crítica literaria hoy: revistas literarias digitales de la década del 2010” en Crítica literaria chilena actual. Breve historia de debates y polémicas: de la querella del criollismo hasta el presente, 2011, disponible como recurso electrónico en http://www.historiacritica.cl/ pp 3-40.


miércoles, 14 de agosto de 2013

El poeta Pierre Jean Jouve 1887-1976


Perteneciente a la misma generación de Guillaume Apollinaire (1880-1918) y Pierre Reverdy (1889-1960), el caso del poeta Pierre Jean Jouve es singular: a los 16 años, enfermo y al borde de la muerte, el descubrimiento de la poesía de Mallarmé marcaría con una impronta indeleble su voluntad para vivir. Entregado a su lectura apasionada, renuncia a seguir una carrera como músico y hace de la poesía su fervor permanente. En él se cumple la intensa tensión entre el descubrimiento mágico de un rico mundo interior, de cariz íntimo y soñador y el deseo de comunicarse con los demás seres humanos en la pretensión utópica de una comunidad de seres libres, iguales y plenos. En la estela del conde de Lautremont –otra de sus adoraciones juveniles que le costó su alejamiento de los surrealistas al negarse a la interpretación unilateral que éstos hacían del vate de Los Cantos de Maldoror- Jouve anhela que la poesía sea hecha por todos, pues ve en ella un instinto de participación único y universal, un derrotero a seguir y un destino por asumir. Una “poesía humana” que fuera capaz de hacerse cargo de los más laberínticos rincones de la existencia y en donde nada fuera desdeñable, donde tanto la belleza del mundo como el horror de las cosas, tendrían cabida en un modo de entender el lenguaje y la poesía como un receptáculo mayor y transformativo de la experiencia, haciendo del vivir poético la más alta y noble experiencia.
Movilizado al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, Jouve se desempeñará como camillero y enfermero en esos años terribles, solidarizando con el dolor de los soldados heridos y entregando su tiempo y su salud a intentar paliar el sufrimiento insoportable de aquella época decisiva. Al final de la contienda, el poeta está enfermo a raíz de las diversas enfermedades que ha contraído de los desdichados soldados a los cuales ayudaba más allá de sus tareas formales.
Así, la dura experiencia de la guerra, como asimismo el descubrimiento abismante del psicoanálisis, lleva a Jouve a percatarse que la existencia humana es vasta, insondable y con espacios interiores ignotos que al parecer sólo la poesía puede sacar a flote y expresar. A primera vista, un poeta como él, sentiría una cercanía muy grande con el surrealismo que en el periodo de entre guerras sacudiría la escena cultural y literaria occidental. Pero la actitud de Jouve también en este caso es singular: rehúsa aceptar la noción de azar y de escritura automática, tan cara  a Bretón y su grupo y, más bien, apuesta a considerar a la poesía como animada de un soplo profético con una visión totalizante de lo real que hace de la palabra un permanente “canto de reconocimiento al vasto mundo”. De aquella manera la poesía de Jouve se dirige “al íntimo corazón en abismos aun más numerosos”: el deseo, la culpa, la angustiada esperanza, la muerte, la distancia del prójimo, las zozobras del cuerpo y las miserias de la inteligencia: estos son algunos de esos abismos irresistibles. Abismos en que muchos han querido ver una profunda sensibilidad religiosa, un “temor y temblor” ante lo enigmático y arrebatador de la existencia. Sin la lógica implacable y a veces dogmática de un Claudel, la poesía de Jouve se nutre de Baudelaire y, sobre todo, de la lectura de los místicos y religiosos –San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Avila-, impresiones y maneras que le permiten asumir el trabajo del poeta como una ascesis en pos de una ascensión redentora. “Yo no hubiera escrito jamás una línea —anotó en su Diario— si no creyera en el rol santificador del arte.”
Es en ese misterio que se manifiesta en lo “terrible”, en lo “numinoso” en que Jouve vio las turbadoras revelaciones del mundo inconsciente como una especie de confirmación respecto al cariz oculto de la verdadera dimensión del hombre y en que es posible advertir una realidad todavía por venir y donde la poesía debiese trabajar a favor de su advenimiento. Testigo de una época turbulenta que tiene como telón de fondo, dos guerras mundiales, Jouve escribe afirmando la idea de que al arte le corresponde hacer la luz sobre las realidades inconscientes y, por eso mismo, al poeta, al artista, le toca ser el animador de la más profunda transformación humana. Así pues, el arte debía buscar su legitimidad y su sustento en los abismos pulsionales, en el reconocimiento de que la miseria del hombre está sin embargo traspasada de un impulso redentor y que el trabajo del poeta debía orientar aquel impulso. Para una poesía en la que el estilo es el destino, el poeta buscó una escritura que pudiera reproducir los ritmos del inconsciente pero que no fuera la “escritura automática” que habían ensayado los surrealistas. De aquel modo, su audaz uso del versolibrismo, arraigado en ritmos amplios y oceánicos, que evocan versículos proféticos y alucinantes, le da a su poesía un tono único, carente de grandilocuencia vana y cercano a esas hondas y misteriosas composiciones religiosas de Olivier Messiaen como Turangalila o a la pintura final de Henri Matisse, aquella que resguarda la pequeña capilla de Saint-Marie du Rosaire en Vence. Casi un desconocido para nosotros, Pierre Jean Jouve, fallece en París en 1976.

*
Tú que bien conoces el acto de llorar
Comprometido en las confusiones del mental dolor
“En medio del camino de tu vida te has encontrado entre la selva oscura”
Hijo mío no obstante feliz
Yo te traigo la paz
La paz que tu alma inexplorada contiene profundidad del mar
Las calmas 
No turbadas por obsesión de muerte ni siquiera rosadas
Y las alegrías que se van hacia el fin de ti mismo
Allá donde es cantada tu alabanza 
Y se elevan en paisajes de vida y de calor 
Conmigo tu Dios el que habla en lo interior de cada ser 
Soy tu Palabra Santa tu Dicha.  


Magia

Tú eres mi dolor mi miedo mi amor 
Oh imaginación 
Eres tú mi verdugo oh libro en el que yo traduje 
Montaña río pájaro 
Mi miseria eres tú oh confesión. 
Así hablaba el poeta decaído 
Desgarrando su libro en el medio de ciudades humanas 
Pero su otra voz colmada de un murmullo de sauces 
Respondiole 
Oh desgraciado libro oh poema fallido 
Error error siempre será de aquel que aún no logró hacerlo. 
Oh tú mi último bastión mi fortaleza
Contra el ejército de infieles 
Afuera sólo hay ruinas y adentro tú mi lugar mi sagrado recinto. 
¿Habría el Demonio errado de verdad en todo lo que quiso? 
Y qué es aquello que el Demonio quiere— 
                                                           Un libro 
Respondía su voz a la que un antiguo ciprés solar  iluminaba,
El tuyo el mío o el otro, 
Los que fueron escritos por dictado. 
Y los pájaros cantaron muchas veces en el cielo. 
Y he aquí que el poeta otra vez esclarecido 
Recogió los fragmentos del libro, se hizo ciego de nuevo e invisible 
Se quedó sin familia, escribió la palabra la primera palabra del libro. 



Ensueño
  
Un instante recuerda ese sol de juventud
Aquél que en tus diez años esplendía
Asombro tú te acuerdas del sol de juventud
Si fijas bien los ojos
Si los entrecierras
Todavía podrías percibirlo
Era rosado
Se enseñoreaba de la mitad del cielo
Entonces tú podías mirarlo cara a cara
Asombro pero qué era tan natural
Tenía ese color
Tenía esa danza ese deseo
Tenía ese calor
Una facilidad extraordinaria
Te amaba
Todo aquello que a veces en medio de tu edad y andando
sobre el tren en la mañana a lo largo de los bosques
Creíste imaginar
Dentro de ti
Es en el corazón donde persisten los antiguos soles
Puesto que allá él no ha cambiado mira ese sol allá
Pues sí él está allá
Yo he vivido he reinado
Yo he brillado por un sol así de grande
Ay él está muerto
Ay él ha jamás
Estado
Oh este sol te dices
Y sin embargo tu juventud fue desdichada
No es necesario tener el reino de Jerusalén
Cada vida se interroga
                    Cada vida se cuestiona
                                                         Y cada vida espera

Cada hombre hace de nuevo el viaje todo es limitado cómo ver más
Pero nosotros hemos inventado las máquinas

Ellas llegaron quebrantando todo perforando el viejo suelo poblando este viejo aire
Ondas rayos ejes brillantes
He aquí que mi poder se hizo terrible
Terrible también se ha hecho mi inquietud
Soy inestable
No me estoy quieto
Busco me transformo
No tengo ya mi verdadera edad me entretengo con todo
Pero mi Dios la antigua guerra ha regresado ella poco cambió
La sangre humana tiene apenas un modo de correr
La muerte tiene apenas un paso el mismo paso con el que siempre viene hacia mí
Su máscara ha acaso variado es ahora la cera
El espacio es ahora más breve es que mi alma es más nueva
Yo no digo mejor
Yo no osaría

Nos mantenemos lejos de la maceración de la resignación
                                                           pero
El gran culpable sigue siendo nuestro placer
Puesto que la desgracia tendrá necesidad de justificación
                        la desgracia es el suelo donde nuestra ciudad se ha levantado
Alegría pureza
No te aproximes
Es a propósito de nuestra alegría
Que nuestra vanidad se muestra lamentable
Tan apurados vamos
Tan viejo es nuestro escrúpulo
Sí es con nuestra alegría que temblamos
Hijo degenerado
Entretanto el espíritu suspenso sobre la pesadumbre universal
Ha dicho vosotros tenéis vuestros sentidos haced que ellos os procuren vuestro goce
Y esto es amargo
Más amargo
Y esto de algún modo en la amargura se acelera
Para nosotros

Juez eterno
De qué poderes goza la estupidez las estrellas
para la estupidez alumbran
La luz le va tan bien los grandes trenes la llevan por doquier
Todas las ciudades son sus asambleas sus placeres
Y el domingo uno ve sus alegrías de familia
Después de la guerra qué glorificación
Del desorden de la liviandad
Todo el mundo está bien vive mejor
Qué grandeza acordada al boxeador
El poeta
Habita aún el quinto piso sufre de viejas hambres
Contempla su muerte futura quisiera ser eterno
No creáis sin embargo que ama la muerte como antaño
El poeta interroga
Va a tientas
Suspira delira
Y la vida piensa sería verdaderamente maravillosa si

El asunto más grande es el morir y de eso no sabemos una sola palabra
Aquellos que han pasado no vuelven ya a pasar
Pero yo lo confieso vivo sin inquietud
Ya no creo en aquéllos
Sin comprender los anulo aquéllos están muertos
Oh silencio
Complicidad
Acaso la muerte no sea un asunto en absoluto
                                 acaso la muerte nada signifique
O por el contrario
Todo tal vez existe para esta sola muerte
                     para este gran portal este dichoso puerto
Donde entrará el navío
Pero no puesto que en la dicha yo no creo yo no creo en la muerte
En el fondo de mí os lo confieso sé que soy inmortal
                    estoy seguro
Vanidad esencial

Joven yo amaba el tiempo
Joven no soportaba yo ser el más joven
Amaba la gramínea cuando de granos se cargaban los
        árboles cuando ellos se extendían como música
Joven amaba a los viejos
Ahora me inclino con mi sombra sobre la otra ladera
        aquella que desciende
Yo ya no sé tantos tiempos he probado
Quizá con la vejez vendrá la calma

Cuánto el hombre desprecia esta boca que adora
Pero él encontró el éxtasis él sin cesar persigue su éxtasis
Vitalidad
El sin cesar pide el olor pide el sabor pide el color
        de cuerpos femeninos
Su elasticidad
Su mentira
Lo que en su nacarada carne castamente se ríe de la muerte
Y luego
Vendrá esa tristeza
Que él reconoce

Cuánto hemos buscado —milagros nosotros somos milagros
Nada
Este mundo era recto infinito helo curvo provocando
        el deslizamiento del uno sobre el otro
La visión del hombre es cada vez más grande
        mas a su espalda hay menos cosas cada vez
El pensamiento es flaco débil inútil una estela brumosa
        como la Vía Láctea
Mientras el mundo es material es extenso es espantoso
        es verdadero como el muro del infierno
El pensamiento sonríe porque acaso va a morir

Estas estrellas contrarias
Ésta que alumbra el fuego y aquélla iluminada por el fuego
El que da y la que solicita la acción y el misterio
Éste que impulsa y aquella que incuba están presentes
        siempre a toda hora
El Enviado y la Cazada circulan en el ovoide espacio azul
Pronto enlazados
Ellos forman una larga canción con agudos y graves
Caídas siempre siempre primaveras
Ellos vuelven a partir como llegaron
Siempre la curva que toma forma de ola los agudos y graves
He aquí todo
Y el borde del mar el crecimiento del follaje
        la terrestre fanfarria de los montes
No tengáis miedo de vuestra tristeza ella es la mía
Es la nuestra es la suya
Oh grandeza
No tengáis miedo la paz hela aquí la vida la vida es admirable
La vida es vana
La vida es admirable la vida es admirable vana