domingo, 5 de marzo de 2017

Robert Musil I: esbozo biográfico.

Nacido el 6 de noviembre de 1880 en la pequeña ciudad de Klagenfurt en la provincia austriaca de Carintia, Robert Musil era hijo de un matrimonio perteneciente a la burguesía más acomodada: su madre, interesada por las artes, la literatura y la música, al parecer era una mujer entre exigente y altamente nerviosa, casada con un hombre un tanto mayor, un ingeniero que trabajaba en la burocracia estatal del viejo Imperio Austro-Húngaro y que, por sus servicios prestados al Estado, fue recompensado con un ascenso en los rangos inferiores de la nobleza rural austriaca.
El futuro escritor al parecer no vivió una infancia serena o ideal: peleas permanentes entre sus padres y su más que evidente separación, marcaron la vida de Musil hacia una conducta no necesariamente ensimismada, pero sí atenta para observar y cuestionar las diversas situaciones tempestuosas que le tocaba ver y vivir.
Fue a instancias suyas y de su madre que su padre cedió a que el joven se matriculara en 1894 en una escuela militar con el afán de llegar a ser aspirante a oficial: la Oberrealschule de Mährisch-Weisskirchen en Moravia. La permanencia de Musil en esta institución lo marcaría lo suficiente como para escribir, unos cuantos años después, la que sería su primera y exitosa novela: Las tribulaciones del estudiante Törless. Pero después de tres años, los entusiasmos de Musil habían mudado y de la esfera militar, sus intereses lo llevaron al estudio de la matemática y la ingeniería. Así, con 17 años entra a la Technische Hochschule de Brno desde donde, posteriormente, se dirigiría hacia Berlín para continuar sus estudios de doctorado que al final, no concluye. Es en este periodo de búsqueda personal que Musil comienza la escritura de sus Diarios y donde revelaría un interés inusitado por el sexo, un interés en todo caso, altamente reflexivo y crítico, cuyo centro radicaba en el rechazo que le causaba el fuerte clasismo que imbuía las relaciones de los jóvenes acomodados como él que buscaban su satisfacción en vincularse con prostitutas o con mujeres de menor condición social, ya sea sirvientas o campesinas. De aquel modo y para escándalo de su familia, se embarcó en una relación con una muchacha checa llamada Herma Dietz que trabajaba en casa de su abuela y con quien Musil vivió en Brno y, posteriormente, en Berlín.
Por otro lado, en esos mismos años, Musil se percató que su educación militar y técnica eran muy limitadas y se puso como propósito, llenar las serias lagunas de su formación. De aquella manera, entre 1898 y 1902, nuestro escritor se entregó de lleno a una intensa aventura intelectual, aventura con la que superó con creces a sus antiguos condiscípulos y amigos: leyó concienzudamente a Kant y Schopenhauer, a Nietzsche y a Maeterlinck, asistió a conciertos y conferencias, se interesó en la literatura francesa e inglesa, le causó profunda curiosidad la economía política y el naciente psicoanálisis, pero sobre todo, se percató que las matemáticas y la ingeniería no eran su verdadera pasión: le aburrían cada vez más. De todo ello deriva una nueva modificación en su vida; la decisión de escribir y el cambio de ambiente intelectual. Así, en 1903, pone manos a la obra a su novela Las tribulaciones del estudiante Törless y decide radicarse en Berlín para estudiar filosofía y psicología.
Con la publicación exitosa de su primera novela en 1906 y la obtención de su doctorado en 1908, la vida de Musil se abre hacia nuevos horizontes: renuncia a llevar una vida académica, se separa de Herma y se vincula con Martha Marcovaldi –una mujer de origen judío, siete años mayor que él e intelectualmente vivaz, autodidacta y feminista- como asimismo acepta un modesto puesto de bibliotecario en el Instituto Superior Técnico de Viena.
El trabajo de Musil como bibliotecario, le permite a él y su pareja, un pasar económico modesto, pero con grandes posibilidades de tener suficiente tiempo libre para desarrollar sus diversos proyectos literarios. De aquella manera, publica en 1911, el volumen de novelas cortas Uniones y dicta una serie de conferencias y colabora en la prensa escrita de habla alemana. Durante la Primera Guerra Mundial, Musil que en un primer momento apoyó la causa austriaca, sirviendo como oficial en el frente italiano, bosqueja no menos de 20 obras nuevas, entre ellas un ciclo de novelas satíricas. Pero su enfermiza obsesión por la perfección, hace que muchas de esas obras no superen el estado de bosquejo.
En 1921 publica Los visionarios y en 1924, la colección de cuentos Tres mujeres. Posteriormente, a mediados de la década de los 20, Musil es elegido vicepresidente de la Asociación de Escritores Alemanes y si bien, sus libros no eran tan cotizados por los lectores como las obras de Thomas Mann o Hermann Hesse, su lugar en el mapa literario austro-alemán estaba plenamente identificado, considerándosele en esta época, uno de los más relevantes escritores de expresión alemana de Centroeuropa.
Es en estos años donde Musil concibe la que será su inacabada obra maestra: El hombre sin atributos; un proyecto casi infinito en que el escritor se proponía retratar de modo satírico la opulenta sociedad vienesa de antes de 1914. La intención de la novela, según Musil, era ofrecer una visión grotesca de Austria y de la vida del hombre occidental en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Gracias al apoyo financiero de sus editores y de un reducido círculo de admiradores fieles, Musil se entregó a la escritura de lo que sería su última novela.
En 1930 se publicó el primer tomo y tuvo una acogida más que favorable en los círculos literarios de Alemania y Austria. Pero de ahí en adelante fue cada vez más difícil seguir con la escritura de la novela. En 1933, a instancias de sus editores, se publicó un segundo volumen, pero Musil ya preveía o sospechaba que sería casi imposible concluir la novela tal como ésta se iba desarrollando.

Con la toma del poder en Alemania por parte de los nazis en 1933, Musil y su esposa abandonaron Berlín y se volvieron a instalar en Viena. Una fuerte depresión lo asaltó y comenzó a deteriorar su salud, temeroso asimismo del vuelco que iba tomando la enardecida situación política tanto en Alemania como en Austria. Nada bueno se presagiaba en el ambiente Centroeuropeo ante las amenazas y ambiciones de Hitler. Cuando justamente, este último ordenó la anexión de Austria al Tercer Reich en marzo de 1938, Musil y su esposa, huyeron hacia el exilio en Suiza: un exilio sin retorno, pues Musil que esperaba desplazarse hacia Estados Unidos como la mayor parte de la intelectualidad alemana exiliada, se vio forzado por apuros económicos y de salud a detenerse más de lo debido en el pequeño país de las montañas. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en el otoño de 1939, Musil quedó literalmente atrapado y con casi nulas posibilidades de salida.
Pero más terrible aún que el exilio forzoso, resultó ser la casi absoluta indiferencia del mundillo literario suizo para con la obra y la persona de Musil: él y su esposa tuvieron que sobrevivir con serias estrecheces, pidiendo limosna por trabajos literarios que muy pocos estaban dispuestos a leer y menos a distribuir o comentar. Para colmo de males, la escritura de El hombre sin atributos se estancó definitivamente. En medio de la pobreza más abyecta y sin ningún editor, amigo o intelectual cercano, salvo su esposa, Robert Musil falleció en Ginebra de un ataque al corazón, el 15 de abril de 1942. Su viuda se encargaría de organizar e ir publicando de forma paulatina su legado, un legado que, apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, muy pocos editores se dispusieron a publicar, siendo ella misma con su escaso dinero, la encargada de hacer públicos los extensos textos inéditos de su genial marido: conferencias, cartas, diarios, notas, bosquejos, ensayos y los fragmentos inacabados de su última gran novela.



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