viernes, 12 de septiembre de 2014

Pinacoteca





Francis Bacon

No sé a qué luz o fuego he sido atado.
Ni la prueba de la queja
ni el embrujo de cielos invisibles
pueden apresar el ruego que envío
desde esta pupila huracanada.

El paisaje gira.
Yo giro.
Y soy la espiral que se derrama
como leche sobre el caos,
olvidando voz y origen,
olvidando la figura exacta, desprendido por algo
que circula entre nosotros vestido de evidencia.

  

Joseph Turner

En un oleaje de ceniza
el agua se disuelve como piel de lava.
Abierta al aire, toca fondo por mis ojos.

¿Qué horizonte percibir
en la claridad de su huida?
Triste, cierra musgosa cualquier cuerpo
hecha manantial o rostro encendido.

Sólo sé que su cabellera es una gaviota
adentrándose desde el cielo.



John Everett Millais

Las orillas naufragan en el incendio del bosque.

Y un himno silencioso convoca ausencias
como la solitaria cascada de Orfeo.

Los días no rasgan el aliento de las nubes
mientras el hilo nocturno
se niega a tejer inscripciones deletreables.

Mientras el soplo de mayo es palabra inútil
la luz del jardín es el cadáver de una doncella bajo el agua.




Balthus

Los fantasmas que llegan
mueren con el agua al crepitar.
Y sólo su silencio enciende la ilusión
de hablar con ellos
sobre días que transcurren.
En su sonrisa invisible
adivino la humedad de mis labios
que reflejan esa mirada nunca conocida:
la venganza de otras muertes
que la lluvia guarda en su vientre
como aire que ha huido desde otro cuerpo.



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