Poetry is the subject of the poem
Wallace Stevens
Movimientos desapasionados en el límite de la experiencia,
anuncios que podrían ser la antesala del fracaso
o la aspiración a decir lo inefable ante un auditorio desierto.
En verdad, ningún poder taumatúrgico,
apenas la recolección de objetos,
la intuición fragmentaria de una sensibilidad enfermiza,
apenas el vacío de signos y palabras,
de colores que simplemente son
pero que, salvo su propia precariedad, jamás designan algo.
¿Pertenece todo esto al mismo orden,
a la destrucción y a la esperanza,
a la anulación y a la transparencia?
En los recodos del concierto cualquier giro vuelve sobre sí mismo
en una voltereta oscurecida por la refracción de lo real.
En la vida práctica queda lejano el anhelo de un orden diverso,
el sueño utópico de Marx leyendo a Rimbaud
y el habla múltiple que Giotto hacía decir a un ángel:
evidencias innecesarias para apelar
al dulzor de una imaginación abolida por la sangre candente
que resuena bajo el aguacero de una platería demasiado burguesa
y que encierra en su concepto un retrato a lo Turner.
En el fondo de las aguas, la música,
como un cuerpo herido por la luz de plenilunio
imanta los rastrojos del plexo solar,
la víspera siniestra de todo espejo
y el desfallecimiento que ningún discurso
puede asumir con pretensiones de totalidad.
Así, con el cumplimiento de toda acción en el deseo
se llega a esa frontera que carece de conciencia:
la inutilidad de toda forma
la pérdida de cualquier razonamiento,
el hacer por el hacer, articulando una piel alicaída,
una sonrisa sarcástica, un escepticismo impersonal.
Tal vez la contradicción ha cumplido su feroz profecía
y lo que resta es el sonido restableciendo el sentido del silencio
como el lenguaje mirándose a sí mismo en la pesadilla del espacio en blanco.
Es un buen poema. La primera y la quinta estrofa son las mejores, a mi parecer. Se sigue amasando la esterilidad del lenguaje a través del lenguaje, se evidencia el juego inútil, y el estadio mecánico y lamentable de un flujo vacío que nos conduce a la hora de dibujar estos jeroglíficos. "La pérdida de cualquier razonamiento" dice ese estadio. Ahora, en mi triste opinión, no por enfermiza dicha sensibilidad está derrotada, por más patético que su semblante aparezca. En este sentido es que nace de las nuevas criaturas un singular partidismo, el partidismo de los idiotas, de los tartamudos y de la escritura como epilepsia. El estado pusilánime de nuestras almas ante la fragilidad de este edificio funciona en la medida de almas que no pueden ya conducirse a la manera clásica, no pudiendo volver atrás y sin decidirse a atravesar esa shit-storm de pobreza e imposibilidad. He aquí que ese partidismo agarra su fuerza y su sentido, y se ensucia con gusto las manos y la lengua, agarrando como los camaleones el color de toda esta miseria, para no perecer entre las calamidades de lo publicitario y lo minimalista. MultilingÜe y chillón va, con un sólo absoluto: este relajo del intelecto no supone para nada un descanso, sino una especie de meningitis temporal, después de la cual la vida vuelve a inventarse e inyectarse sangres nuevamente parsimoniosas y armónicas, con alguno que otro tesoro en los brazos, un bebé con colmillos o qué se yo.
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