Pronto concluirá 2010. Un año extraño, lleno de sorpresas que no respondió a las expectativas de un sereno y autocomplaciente Bicentenario que tal vez muchas personas en este país habían pensado. Un año de desastres –terremoto, saqueos, despropósitos políticos, mineros atrapados y convertidos en farándula, accidentes atroces, cesantía y un suma y sigue- que a veces a uno lo deja perplejo y casi sin tiempo de reaccionar.
Y si bien es cierto que cuando me propuse la idea de sacar adelante el blog bajo la gentil ayuda de mi hijo Gonzalo, no tenía la intención de “personalizar” mis entradas, remitiéndome a cosas ya escritas, en esta oportunidad, vulnerando esa premisa por única vez, me hallo escribiendo estas observaciones muy personales a manera de un balance.
Lo primero que me llama la atención es la cantidad de visitas que ha tenido el blog en apenas 6 semanas: eso me regocija como un cabro chico, pues no pensé nunca algo así. Por lo mismo agradezco a los lectores y visitantes que han tenido la generosidad de pasar por acá y han leído mis textos. Agradecer también por algunos correos y comentarios verbales que me han sido gratos y favorables. Eso me motiva a perfeccionar algunos detalles de diseño del blog, como asimismo los textos mismos para intentar que sean más legibles. Por otro lado, algo ya comenzado con lo que he ido subiendo de la antología El mapa no es el territorio, me parece pertinente subir de tarde en cuando, no sólo mis cosas, sino también poemas y textos de otras personas. Hay sin duda una serie de trabajos de gente muy interesante, sobre todo joven, que uno ha ido conociendo en el Taller de Poesía de La Sebastiana que creo se merece difusión. Y si este blog puede cooperar en eso, pues no veo motivo para no hacerlo. Pero en general, el balance que hago de 2010, es moroso, aunque, en lo fundamental, positivo. Lamento no haber publicado mi libro de ensayos, pero no se pudo, veré si en 2011 aquello se concretiza. Tampoco pude publicar mi poema Voz de ceniza, pero confío también que 2011 me será propicio para eso. Sin duda que este año que se va, fue el año de mi libro sobre la poesía de Eduardo Anguita y si bien su factura fue un tanto académica y su difusión ha sido lenta como suele ser con este tipo de libro, me da la satisfacción que ha sido leído por un puñado de amigos y amigas. Gracias a la gestión de Pablo Aravena con Ediciones Escaparte de Concepción, como asimismo las generosas líneas que sobre él han escrito Jorge Polanco, Diego Alfaro y Sergio Rojas, me parece que puedo darme por pagado. Asimismo algunas observaciones de lectores vía mail o verbalmente, me hicieron pensar que tal vez mi escritura es más llevadera de lo que yo mismo pienso a veces. Y eso no es menor a la hora de establecer un balance crítico respecto al modo escritural al que creo debiese ceñirse todo ejercicio de crítica literaria. Sostengo con Steiner que ésta en el fondo es una deuda de amor hacia lo que nos fascina sobremanera, cuestionándonos o asombrándonos y en donde el valor intelectivo de todo, sólo juega una parte del total y no es la totalidad misma. Si algo he aprendido o ganado con la publicación de este libro, ha sido más allá de alimentar mi culpable vanidad, una especie de “temple” referido a las expectativas que uno mismo se propone ante su propia escritura. Y si bien, ello implicaría no ser autoindulgente, tampoco se trata de negar lo hecho con una actitud iconoclasta. Lo veo más bien como un jalón en ese camino de aprendizaje crítico del que soy siempre temeroso, quizás hasta timorato. A diferencia del don que pueden poseer al respecto amigos como Marcelo Pellegrini o Cristian Gómez o Diego Alfaro y Guido Arroyo entre los comentaristas y críticos más jóvenes, yo sigo considerándome un simple lector que apunta sus impresiones, por más que esos “apuntes” encarnen en cerca de 200 páginas y parezcan más un libro que una hoja suelta atiborrada de notas. Y en calidad de lector es que espero ansioso la oportunidad de poder publicar en formato de libro mis ensayos. No obstante hacer un adelanto en este blog con algunas cosas que insinúan la factura de aquel libro, éste será pleno con su propia forma. Bueno, no deseo extenderme más de la cuenta. A partir del lunes seguiré subiendo más cosas y espero seguir captando la confianza de los lectores invisibles que circundan este espacio.
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