lunes, 6 de diciembre de 2010

El mapa no es el territorio: antología de la joven poesía de Valparaíso I

En octubre de este año 2010 se cumplieron tres años de la publicación de mi antología El mapa no es el territorio. Ciertamente los ejemplares publicados por Editorial Fuga hace tiempo se agotaron. Y como en un futuro cercano no se ve posibilidad alguna de una reedición, creo que lo que resta es ir subiendo al blog, parte por parte, este trabajo. En todo caso más como testimonio que otra cosa: una antología es un producto altamente perecible y, de todas maneras, prisionero de su instante. Más que nada una fotografía de un momento puntual y muy circunscrito a su propio diseño de sentido. Por lo demás, esta antología ya está totalmente desfasada: han advenido otros protagonistas al concierto poético "porteño", algunos se han retirado, unos pocos han dejado de escribir y se han publicado un puñado de libros notables Si tuviera que editarla nuevamente, agregaría otros nombres, sacaría algunos y ampliaría la cantidad de poemas escogidos. Pero eso sería trabajo de otro proyecto antológico que por ahora no es más que un buen deseo. En esta oportunidad no subiré el prólogo -pasto de otro posteo- sino más bien comenzaré con los poetas mismos. Van esta ocasión Sergio Madrid y Sergio Muñoz. Pues que así sea.

Sergio Madrid S. (Iquique, 1967) Poeta, estudió Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1988). Ha publicado colectivamente Retaguardia de la vanguardia, 1992; Los novios de Ariadna, 1993 y Melancoholía, 2003. De forma individual  Voz de locura, 1988; El universo menos el sol, 2000 y Elegía para antes de levantarse, 2003. Ejerce docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

                                         

      Advertencia del autor


Soy de la idea de que existe una conexión entre la figura del secreto y la figura de la intimidad, donde la figura del secreto en el mundo del poder se vuelve la intimidad del poder (intimidad alienada en un mundo alienado), es decir, el momento narcisista en que el poder se observa y se desea a sí mismo en el espejo, momento del todo obsceno. Me parece asimismo que en tiempos posmodernos (preferiría decir “en tiempos del espectáculo integrado”), lo que se democratiza del poder es propiamente ese momento narcisista, bajo la forma de la intimidad separada donde cada uno se consume a sí mismo bajo la falsa verdad del hedonismo. ¿Por qué falsa? Porque es la negación de la casa de cristal (firme y transparente como el cuarzo), que no es otra cosa que la ética. Es la época del yo.
            Recojo en trágico detournemont el desplazamiento propuesto por Lipovetsky de la frase de Rimbaud “Hay que ser absolutamente moderno” a la de “Hay que ser absolutamente uno mismo”. ¿Acaso no es esa nuestra época, donde cada uno en la intimidad construye en secreto (y por separado) una negación posible de la vida? Ese día, esa época corresponde a estas páginas, que se disponen como un dispositivo por donde pueda fluir la vida y tal vez la historia.


                                                                                                    Valparaíso, 2005


De El universo menos el sol, Ed La Linda Pelirroja, Valparaíso, 2000


El universo menos el sol


esta es la noche en casa, en el tedio del hogar
solo, fragmentado, haciendo un gesto raro
a la comunidad imaginaria, en fin, es la noche
rotulada la privacía, hora de reflexión o sueño

es la calle también, porque te asomas y continúas
hacia afuera como la noche, y no te sorprende ver
que no ves. Y es el árbol también. Es el universo
menos el sol. La intimidad apesta

allá lejos en el cerebro qué se esconde
en la forma del pez que se escurre de las manos

allá lejos en la cabeza qué pájaros
se derraman sobre el agua atormentada de los charcos

es la letra también, roedora del vacío
en la privacidad más enfermiza, agotada
de tanta noche, detrás de la ventana ideando
unas torpes palabras—


 

No ames la vida y morirás para siempre


¿acaso no fue el toro el origen
del amor y de la guerra
padre apócrifo de la bestia
que llevamos dentro
y sobre la cual danzamos?

ni el toro ha muerto ni la bestia

no hubo héroe que raptara danzarinas
fue solo el engaño de la espada
la vida que se viste de muerte
la vida que te invita a morir por ella
aplazando su necesario final
ni dos mil años rompen el círculo


De Elegía para antes de levantarse, Ed. Gobierno Regional de Valparaíso,
Valparaíso, 2003

 

En la tumba de Juan Luis Martínez


entre nosotros, poseedores de palabras
debemos distinguir entre la vida y sus significados
pues los últimos son pura ilusión —como sabemos
la rutina del bar y del trabajo, la complaciente
lectura dominical, revelan el universo
que las palabras desdicen —incluso los recuerdos
no aseguran en el alfabeto de la memoria
ninguna veracidad: transfiguración entre suceso y suceso
olvidos involuntarios, fragmentos, o simplemente
un ritmo de avanzada que la vanguardia obliga
¡qué decir entonces de un poema! Sé de alguno
que no escribió y lo hizo sin embargo de maravilla
con signos desencajados o anzuelos sin caña
¿pero nosotros —cuál es nuestra herencia?
¿y cuál nuestra dádiva? Si alcanza apenas
para el transporte diario y nos duele la precariedad
—¡nosotros, poseedores de palabras, vaya tumba
hallamos en los signos en la flor de la vida!—
nuestra realidad se redujo a unos cuántos pesos
a unas cuántas relaciones de amor falso o verdadero
y a un montón de amigos listos para saltar

 

La tecnología nos salvará de la naturaleza


me pregunto qué haremos los hombres
en miles de años cuando no nos quede más
que elevar un adiós total
al planeta asesinado por el Azar—
he de suponer un minuto de silencio
en una ceremonia que pudiera expandirse
hasta el centro mismo de la antimateria

me pregunto qué dirán los poetas
en miles de años cuando un tonelaje elegíaco
sobrevuele el horizonte. Tal vez para entonces
ya sin poetas habremos inventado la inmortalidad
y sólo dos Papas se la rivalicen
arrastrados por los hijos de Urizen
a través de la atmósfera agonizante

en la Máquina de la Salvación
los escombros de Dios despoblarán el cielo
a él se elevarán los grandes logros tecnológicos
y protegerán a la especie. Y hoy
que parecemos tan tontos, tan imbéciles, por
decir lo menos, en miles de años tal vez
seamos inteligentes como platillos voladores
ascendiendo en el Este junto al último sol

 

Generación escindida


la historia se nos parece:

yo provengo de una época infeliz
de una época toscamente modulada
donde la muerte elegía
máscaras soberbias

la época tejió en la mente
una lejanía, poco profiere la historia
de ese tiempo cuyos relojes fueron
ideados en el club de la barbarie

y nos quedó el presente como un espacio
donde la libertad se desperfiló
en su lugar una tierra de oro falso
un jardín con abono de cadáver

 

Dafne


             Antes que el laurel existiese, antes que tú misma te volvieras laurel, la mano de un hombre estrechaba el Universo a través de un cuerpo de mujer, y las constelaciones se reflejaban en todos los océanos de la sangre y todos los ríos corrían de la montaña al mar. Antes que tú misma fueras este árbol imposible, las ramas silvestres se movían ante el viento del amor. Las ventanas que daban a los parques se abrían en verano y se cerraban en invierno de la misma manera con que una mujer y un hombre desplegaban las naves de la noche. Y todo barco zarpaba por la piel del otro sin peligro de lo ignoto. Ya que rompiste las cadenas de oro que reúnen a los astros con los dioses y que exiliaste a los dioses hacia un Olimpo destruido, y que dejaste solas a las estrellas y sin abrigo a los animales del campo, no tengo más sortilegio que estas palabras.
            Si hubieras sido mi hija por lo menos, te hubiese amado en la distancia acompañado, me hubieras amado como se ama a un roble en la selva peligrosa. Y tal vez desnuda me hubieras seducido y yo, valga decirlo, no me hubiera negado. Sin temor al pecado de los hombres, te hubiera poseído en el abrazo de los planetas. Si hubieras sido mi madre por lo menos, contaría contigo incluso en las horas de la angustia y la traición, y me hubiera sentido pequeño ante la inmensidad del aire que da vida a las plantas, a los ríos, a los animales y a los pensamientos, y te hubiese poseído con todas mis garras para no ser expulsado del paraíso. Si hubieras sido por lo menos mi hermana, las sábanas filiales se mancharían del oro de los cuerpos, de la plata de las caricias, del hierro del oprobio, pero juntos.
            Contigo perdí no sólo los ojos que continuaban mi sueño, sino todo el beso universal. Los vínculos cayeron sobre la loza de los palacios. Entonces con mis palabras ineptas te he transformado en este arbusto, en este árbol, en esta rama. Hoy que no tengo reino ni patria, ni madre ni hija ni hermana, me declaro príncipe del desierto, sólo para lucir en mi cabeza la belleza de tus hojas.

 

De Cadáveres (conjunto inédito)

 

Hoy al alba estaba yo despierto


yo que había observado las tonterías del sistema
sin conocer los otros fragmentos del mundo me persuadí
de que era prudente asumir una esperanza en el futuro
que asegurara la infelicidad del presente

a veces un nombre de mujer
traía más ríos que piedras
más estrellas que cielos

finalmente un nombre
no es más que un nombre
¡qué poca cosa las palabras!

y el tiempo, que no es condena
ni promesa, qué poco intenso
su transcurso

                      en el transcurso de estos años
las cosas tomaron un giro deleznable
ni el amor ni la fortuna, ni la moderada fama
que me confirieron, ni los sueños cumplidos
estuvieron a la altura de mis fracasos

y sin embargo no he fracasado
¿qué fantasma se me ha puesto
entre los ojos y el mundo?


Sergio Muñoz A. (Valparaíso, 1968) Poeta y profesor de música por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1994) y la Beca de Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999). Desde 1994 hasta la fecha ha sido monitor del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana y del Seminario de Reflexión Poética llevado acabo en el mismo lugar, Valparaíso, en donde además ha realizado una intensa actividad de promotor cultural, organizando lecturas, encuentros y talleres. Ha publicado los libros de poemas Lengua Muerta, 1998; 27 poemas, lengua en blues, 2002; Lengua ósea, 2003, siendo recogida su obra, además en diversas revistas y recopilaciones como Libertad 250, Viña del Mar, 1996 y Metáforas de Chile, Ed LOM-Corporación Altamar, Stgo de Chile, 2000.

                 

 

                                                      Lengua Poética


Nací en 1968, con los ecos de Praga, de París y de una trunca reforma universitaria chilena en algún rincón de la ola de supuesta libertad que me dio a luz. Estudié Licenciatura en Música porque me parecía insensato pasar por la vida sin relacionarme profundamente con el sonido y con el ritmo, con la vibración física y mágica que se esconde detrás de todo esto. Mito y forma. Por un lado el placer de los sonidos que se entrelazan, y por otro, el sentido, la absurda cicatriz del significado, que siempre nos remite a una herida antigua, que nos doblega irremediablemente, y nos obliga a oír con las anteojeras en el tacto.
No pertenezco ni me siento parte de ninguna generación ni cosa que se le parezca. Me parece un exceso. La genuina generación del 60 se articuló en torno a una manera de convivencia literaria y vital que sin duda aglutinó a sus integrantes como una generación particular. El Golpe de Estado, me parece, va a teñir de individualidad y de distancia, de absurda competencia y de mercado, -por lo menos- a las tres décadas siguientes, por lo que no me parece tan descabellado pensar en una articulación generacional que se pueda establecer recién en el bicentenario. Aquella es una fecha que puede nuevamente aglutinar los desarrollos particulares de la palabra poética chilena de las últimas 4 décadas en algunas corrientes más o menos decantadas, y en movimientos desarrollados con cierta coherencia desde una perspectiva crítica relevante.
Dentro de ese contexto, mi obra aparece como una obra menor, por cuanto ha tenido una recepción crítica mínima en Chile y permanece lejos del bullicio arbitrario de una supuesta carrera literaria. Aquello no me interesa en lo más mínimo. La mayor parte de mis preocupaciones estéticas, obedecen más bien a articular un trabajo minucioso al interior de los poemas que escribo. El resto, lo que ocurre fuera de ese ámbito íntimo en el que uno cubre y descubre, anota y denota, medita y edita, escribe y describe,  etc. al parecer no me interesa en demasía. Aún así, hay días en que leo lo mío con entusiasmo. Sin duda, aquello puede deberse nada más que a un espejismo momentáneo y al fervor exagerado con que uno lee a veces lo propio. Hasta ahora he publicado tres libros: “Lengua Muerta” en 1998; “27 poemas – lengua en blues” el 2002 y “Lengua ósea” el 2003. Respecto de estos libros y del trabajo posterior que permanece inédito, intuyo algunas coordenadas que pueden tal vez iluminar una lectura indulgente de mis textos. Un primer comentario tiene relación con las temáticas. Yo diría que hay dos grandes temas que se connotan y que guardan alguna novedad. En cierta forma son dos caras de un mismo problema existencial que llevo conmigo y que me acompaña siempre:  Por un lado, hablaría del afán de desentrañar desde la más absoluta intemperie, todos los nudos relativos al laberinto vital y familiar en el que me tocó participar. Por ello y desde allí, los tópicos de la identidad y la memoria adquieren tanta relevancia y significación en lo mío. Desde allí también se explica el tachado de mi nombre civil y la presentación de mi “seudónimo”, que no es otra cosa que el nombre de mi padre carnal y la explicitación de su inexistencia. Por otro lado, me parece igualmente relevante la presencia permanente de un contenido genealógico que da cuenta de un ámbito más bien íntimo y familiar, que no está fuera de mi trabajo poético, y donde se reflejan permanentemente mis hijos. Otro eje relevante tiene relación con la forma. Diría que hay una suerte de tratamiento obsesivo en gran parte de mis textos, respecto de otorgar a esta organicidad simbólica, sintáctica y semántica que es el lenguaje, una plasticidad que le sea particularmente necesaria, rigurosa y que controle -en parte- el derramamiento con que la mayor parte de las veces, el lenguaje se muestra. En esta línea, yo igualmente reconozco dos maneras fundamentales: La primera, tiene relación con una fuerte adhesión a un tratamiento riguroso de la forma, como un soporte que contenga al lenguaje, ya sea en los modos clásicos, o en modos más bien propios que no renuncian a una estructura formal que pretende dar coherencia al discurso. La segunda, es -a mi juicio- el tratamiento del ritmo como un eje central de mis textos, en el sentido de articular el desarrollo temático con un fuerte énfasis en el sonido de las palabras que forman el texto. De esta manera decido las palabras que entran en el juego que todo poema es: haciéndolas sonar una y mil veces. Cuando el sonido me encandila, cuando vislumbro el canto, esa palabra permanece.
            Hasta ahora, no me ha interesado mayormente el paisaje exterior, o más bien, he escrito lo mío ahondando en los paisajes interiores. Me parece que estos textos podrían haber sido escritos con el mismo furor sin que importara mayormente la latitud, la altura, ni la cantidad de habitantes del lugar. Sin embargo, reconozco que Valparaíso (me) plantea encrucijadas relativas al tiempo, a la geometría, a una multiplicidad de planos y registros sonoros que tiendo a divisar a veces como presencias fantasmales de lo mío. Aquello forma parte de un registro que estoy trabajando y del que no tengo certezas todavía.
En estos días crueles y duros de postmodernidad y globalización, cumplo 20 años de articular una lengua mayoritariamente mía, desde un remoto verano del 86 lleno de dictadura y de desconfianza por la palabra, en que los rituales de la vida me arrinconaron en un pedazo de papel, hasta el juego envolvente de los espejos en que esto se convierte inevitable y cotidianamente cada vez que me lanzo al vacío de la página blanca. Tal vez porque uno siempre escribe desde su herida, o tal vez porque intentamos tercamente aligerarnos ante la inminencia de la muerte y del tiempo, esta terquedad en la articulación de una voz propia-propria, no deja de sorprenderme y maravillarme.
Agradezco las circunstancias mías y ajenas que me hicieron vaciarme en la escritura, y agradezco el interés y la oportunidad de estar acá.

                                                                                                   Valparaíso, 2006


                                  

De Lengua muerta, Ed La Trastienda, Santiago de Chile, 1998.


Alabanzas al vuelo del colibrí

Azar y mordedura son dos pétalos del mismo juego
-como agujas ciegas que cuelgan del origen-
zumbido y aliteración de espinas en la rosa.

Y entonces aparece el colibrí
y le entierra esa hilera de aire:

mandíbula equívoca de la fragancia.

Zumba el paisaje y da señales ciertas de un rapto
y ahí mismo hay elásticos de sangre
y calzones extraviados
que sonrojan nuestra indiferencia
lo cual también es paradigma –y rosa-
picazón del que aletea –y rosa-
y desnudez y simetría en el ocaso.


Postdata

Aconsejaría malgastar el olvido
es decir, soplar sobre las caras de los otros
como si fueran las velas intactas de algún festejo.

Porque además se es feliz soplando así
yendo a buscar algo de comida para la noche
que es tan larga en sí misma
y nos duele por ser tan honda y negra como es.

Aconsejaría correr por los peldaños de uno
caer por ellos cada noche
mirar los perfiles del mundo
tocarnos hasta perdernos
como si fuéramos la sombra de algo
más intenso y pleno que nosotros.

Basta decir que el cielo
no nos tuvo entre sus elegidos.

Y esto es digno de los condenados.



De 27 poemas, lengua en blues, Imprenta Herrera, Valparaíso, 2002

Heráclito


                           a gonzalo rojas

no creo      y más aún se me confunden las estrofas
si se trata de hilar fino en la memoria

pienso en el fuego
ése sí que es dios cuando nos quema

y lo intuimos      claro que lo intuimos
lo observamos como queriendo entrar en él
y apacentamos la duda en esos humos
que se van vertiginosos.


Jadis
                  Jadis, si je me souviens bien, ma vie était un festin
                 oú souvraient tous le coeurs...
                                     arthur rimbaud

antes              mucho antes de ser
antes de hablar de esa mitad de uno
que anda suelta     que se hunde hasta el cuello
del festín fetal del arrullo      de esas yeguas aladas
del llanto     veo labios partidos      veo sangre
a lo largo y a lo ancho del mundo
y una hermana impensable
vuela a los brazos feroces del verbo
y no hay oxígeno           no hay luces
en la nueva placenta                y su cuerpo
cae lejos del mío    antes     mucho antes de ser
cuando soplaba el uno en la violencia materna del vértigo
y alcanzamos aún a tocarnos como animales que fuimos
como estrellas que fuimos en el tren familiar de los viejos
de algún plazo escrito en los labios         mal escrito
en los guiños del sueño         alcanzamos a unir
nuestros dedos          sólo eso          escuchamos el canto
de unas venas veloces que se desvestían
y la sangre corriendo            y unos hilos
colgando hacia el suelo          sólo eso
antes         mucho antes de ser
antes de hablar de esa mitad de uno
que anda suelta


De Lengua ósea, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003


CO

propicio es que hablemos del tiempo
de esa luz que será luz
más allá del espacio irreal de la piel
de un rigor que se cumple
en el atavío desnudo de nuestros ritos
en la suave certeza
que la noche y el día van abriendo
en este plazo tan lleno de silencio

propicio es mirarnos
depender de la euforia de una ráfaga herida
soportar las visión insistente
de este sol que envejece
en la fuga del viento

propicio el decir
escribir en el diálogo
con tu amistad y tu sombra
advertir que la máscara teje
en su vínculo de piedra
la ironía de un adiós que cae invicto
en la tela sinuosa del recuerdo

desnudarnos
agrietar en la huella de esta lumbre escondida
la quietud de la hoguera que consume una tarde
pronunciar la infinitud y ser palabra abierta
con su queja y su arrullo

porque somos luz
somos fuego en medio del silencio
somos llama y espejo
y la luz se queda en ella
se desplaza de una estrella a otra orilla
busca el sitio donde anclar su reflejo

y tú lo sabes          tú lo llevas sin miedo
vinimos y nos vamos         tercamente
porque no hay más certeza
en el diálogo con nuestros huesos

efímeros            golpeados por el tiempo
pero porque tú has vivido más de lo que has vivido
y porque te han abierto surcos en el pecho
vas a salir bailando de ésta            -amigo-
encaramado en la alegría de tu corazón

propicio es que hablemos del tiempo
de esa luz que será luz
más allá del espacio irreal de la piel
de un rigor que se cumple
en el atavío desnudo de nuestros ritos
en la suave certeza
que la noche y el día van abriendo
en este plazo tan lleno de silencio


Post-data

y resuello aún en el despojo       hilando efímero mi vuelo
voy errático al olvido que se abre en la figura de estos pétalos
mal vestidos de ritmo y noche

doy sombra a un filo que aún no duele
ni sangra      pero que duele y sangra
como si en él se fuera el mundo que alguna vez imaginamos
-tenue-         con su sordina y su límite

pero uno no sabe            -de verdad no sabe-
uno apenas presiente            bosqueja el fuego
pero no se ilumina ni se quema en la visión del origen

¿qué somos?          ¿quiénes fuimos?
uno no sabe

uno sólo reduce las líneas de sus manos a un orden mayor
intenta el encuentro con algo o alguien           relativiza el tono
alucina o se vuelve un pedante –decadente o grosero-
pero no alcanza a vislumbrar el mito

porque uno es mito o es ceguera la que alardea en la mano
la que figura en la placenta plena de tiempo y de piel

uno es mito o es enorme el vacío
que ensombrece nuestro nombre
o es vacío el infinito que nombra a nuestra sombra
en la irrealidad que nos esquiva

uno es mito o no hay verbo ni hay sonido
más allá del sonido que susurra en nuestra piel
con su luz y su olvido

uno es mito o es nada             noche o vacío
desde donde el espejo escribe su sentencia desnuda

nada o nadie

ninguno

nunca

no sé            pálido viene uno a vestir el origen
y lo viste con dolor y con furia
masticando mil veces
la ironía de un tiempo que nos vence

¿qué somos?            ¿quiénes fuimos?







No hay comentarios:

Publicar un comentario